“Mostróme su divino Corazón todo abrasado en amor y condolido de lo poco que se le estima. Repitióme la elección que había hecho de este indigno siervo suyo para adelantar su culto”.
Organizada por tercer año consecutivo por la Vicaría Episcopal para el Cerro de los Ángeles, el pasado 10 de mayo tuvo lugar la peregrinación a Torrelobatón y al Santuario de la Gran Promesa (Valladolid), lugar donde el joven beato Bernardo de Hoyos, el gran apóstol del Sagrado Corazón de Jesús en España, recibió el mensaje del Señor: «Reinaré en España».
Este viaje espiritual comenzó con la llegada a Torrelobatón, pueblo natal del P. Hoyos, donde cerca de 60 peregrinos visitaron la casa natal y se sumergieron en la vida del siglo XVIII en un pueblo castellano. La visita continuó con la celebración de la Eucaristía en la parroquia de Santa María donde fue bautizado el beato. La iglesia es una joya arquitectónica y artística, construida en el siglo XV en estilo mudéjar, cuenta con un pórtico neoclásico del siglo XVIII, un retablo mayor renacentista del siglo XVI, un órgano barroco y un impresionante Cristo gótico del siglo XIII. Destaca la pila bautismal donde fue bautizado Bernardo de Hoyos.
Después de comer todos juntos, los peregrinos se trasladaron a Valladolid, al Santuario de la Gran Promesa. Allí tuvieron una charla sobre el p. Hoyos y sobre cómo el Señor lo eligió como apóstol de su Corazón: “Mostróme su divino Corazón todo abrasado en amor y condolido de lo poco que se le estima. Repitióme la elección que había hecho de este indigno siervo suyo para adelantar su culto”. Fue en esta casa donde el Señor formuló la Gran Promesa, que da nombre a la Basílica-Santuario, el 14 de mayo de 1733 (día de la Ascensión). Así lo escribe Bernardo: “Pidiendo esta fiesta (del Corazón de Jesús) en especial para España, en que ni aún memoria parece que hay de ella, me dijo Jesús: Reinaré en España y con más veneración que en otras muchas partes”. Es por esto que “Reino en España” figura escrito a los pies del Monumento del Cerro de los Ángeles.
Para terminar, los peregrinos, tuvieron un tiempo de oración delante del Santísimo en la Basílica, donde renovaron su consagración al Corazón de Jesús.