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P. Manuel Vargas: “El Corazón de Jesús es el signo del amor de Dios y esperanza para nuestro mundo”

El Sagrado Corazón, que aparece representado en muchas imágenes, está vivo en la Eucaristía. La imagen del Sagrado Corazón le representa, la Eucaristía es Él mismo.

Manuel Vargas Cano de Santayana es vicario episcopal en la Diócesis de Getafe. Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad San Dámaso y Doctor en Teología Espiritual por la Universidad Pontificia de Comillas, coordina el Santuario del Cerro de los Ángeles en Madrid y es director diocesano del Apostolado de la Oración. Coautor de la primera biografía sobre el P. Luis M.ª Mendizábal (1925-2018), profesor en el Instituto Superior de Estudios Teológicos San Ildefonso de Toledo, vicepresidente del Instituto del Corazón de Cristo, ha publicado el libro “Al menos tú ámame. Espiritualidad del Corazón de Jesús hoy».

¿Por qué decidió escribir un libro sobre la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús?

Me parecía que era necesario un librito asequible para principiantes. Hay muchos libros sobre el Sagrado Corazón de Jesús, pero creo que hacía falta uno sencillo, divulgativo, breve, actualizado. El libro “En el Corazón de Cristo” del P. Mendizábal logró esto en la década de los 70 del siglo pasado, pero creo que después no se había vuelto a hacer uno semejante.

¿Qué supone para usted estar destinado en el Cerro de los Ángeles, uno de los grandes epicentros de esta devoción?

Dedicarme al Santuario del Cerro de los Ángeles y vivir aquí es un regalo de Dios que agradezco mucho a mi obispo D. Ginés. No sólo es el lugar donde España fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús: es también un sitio por donde han pasado muchos santos (santa Maravillas de Jesús, san José María Rubio, san Josemaría Escrivá de Balaguer, san Manuel González, santa Teresa de Calcuta, los cinco mártires del Cerro…), un lugar de gracia donde el Señor hace notar su amor.

¿Por qué la devoción al Sagrado Corazón de Jesús es una devoción esencial para un católico y no es una devoción más?

El Papa Pío XII escribió, en la encíclica Haurietis Aquas de 1956, que es la esencia de la religión cristiana. Y lo es porque el centro del cristianismo no son los mandamientos que hemos de cumplir, ni las verdades que hemos de aprender… El centro de nuestra fe es una Persona: Jesucristo resucitado, vivo, de corazón palpitante. Por eso, más que hablar de “devoción” al Corazón de Jesús (que podría entenderse sólo como unas prácticas piadosas) podemos referirnos a la espiritualidad en el Corazón de Cristo.

Además no es algo de otra época, sino que está plenamente vigente hoy en día… ¿Cómo podemos beneficiarnos de las promesas que hizo el Señor a Santa Margarita?

Es tan actual, que los últimos Papas han fomentado esta espiritualidad mucho más que en siglos anteriores. El Corazón de Jesús es el signo por excelencia del amor de Dios, es la esperanza para nuestro mundo. Hay mucha gente “rota” por el daño que ha sufrido o por los errores que ha cometido, es decir, por la estructura de pecado en la que vivimos. Pues bien, la misericordia de Dios es capaz de reconstruirnos, individual y socialmente. Por eso es bueno conocer las promesas que hace el Señor a través de santa Margarita: Él desea consolar a los enfermos, dar paz a los hogares, bendecir nuestras empresas, hacer fructificar especialmente a los sacerdotes, ayudarnos a perseverar en la fe hasta el Cielo…

¿Qué es lo esencial de esta espiritualidad y cómo podemos vivirla?

Lo esencial es descubrir que Dios existe, que le importamos porque nos ama y dio su vida por nosotros («nadie tiene más amor que el da la vida por sus amigos», [Jn 15,13]), y que podemos colaborar con Él en la obra de la redención.

¿Por qué en el Corazón de Jesús están compendiadas todas las virtudes y es el espejo más eximio para alcanzar la santidad?

La santidad consiste en vivir la vida divina de tal modo que podamos decir como san Pablo “no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20).

En Cristo resplandecen todas las virtudes porque en Él reside corporalmente la plenitud de la divinidad (Col 2,9). Cuando alguien vive lleno de Él, se le nota porque practica las virtudes: la humildad, la caridad, la alegría y todas las demás virtudes del Corazón de Jesucristo.

¿Cómo debemos acoger su amor y corresponderle?

Acogemos su amor a través de su Palabra y de los sacramentos. Correspondemos a ese amor confiando en Él, entregándonos a Él (eso es consagrarse), y procurando identificarnos con Él y reparar su Corazón herido. En resumen, vivir con Él y como Él.

¿Por qué esta devoción nos lleva a configurarnos plenamente con Cristo Crucificado y a reparar tantas ofensas que se cometen hoy contra Dios?

Jesús se mostró a santa Margarita con el Corazón rodeado de espinas. Así le hacía ver que nuestros pecados hieren su Corazón. Pero, de la misma forma que se hace vulnerable a nuestras ofensas, también es sensible a nuestro amor. Es posible reparar su Corazón.

Háblenos de la estrecha relación entre el Sagrado Corazón y su presencia real y transformante en la Eucaristía…

El Sagrado Corazón, que aparece representado en muchas imágenes, está vivo en la Eucaristía. La imagen del Sagrado Corazón le representa, la Eucaristía es Él mismo. Y desde la Eucaristía nos pacifica, nos devuelve la alegría, nos santifica.

Además del beato P. Hoyos, hemos tenido en España grandes devotos del Sagrado Corazón de Jesús, ¿podría nombrar los más reseñables…?

Además de los santos que peregrinaron al Cerro de los Ángeles a los que ya aludí, y del beato P. Hoyos (quien recibió en Valladolid la Gran Promesa “Reinaré en España»), también han contribuido mucho a la extensión de la devoción al Sagrado Corazón en España el P. Orlandis SJ (fundador de Schola Cordis Iesu), otros jesuitas como los padres Luis Mª Mendizábal, Máximo Pérez o Manuel Iglesias, y en la actualidad Monseñor Francisco Cerro, Monseñor José Ignacio Munilla y el Instituto del Corazón de Cristo.

Por Javier Navascués